Ahora
que nos vamos muriendo
a poquitos
tal
vez convenga preguntarnos
de
qué se trata esto, todo esto.
Para
muchos la respuesta palpita
en
el rostro de sus hijos
y
sus nietos
(quienes
a su vez habrán de preguntarse
esto
en su momento,
pero
nosotros ya no estaremos
y
será problema de ellos).
No
pretendo
respuestas
definitivas,
pero
sí balbucientes, titubeantes,
temblorosas
respuestas
como
las que florecen en la poesía,
las
que germinan en la duda,
en
la herida del asombro,
en
la respiración del silencio.
Somos
oleaje, somos marea,
remolino
de viento y tempestad de arena,
forma
efímera en el aliento sostenido
del
tiempo.
El
nuestro no es un viaje solitario
aunque
a veces
una
única estrella brille en el firmamento.