viernes, marzo 17, 2006

CINE (Los Días y sus Dones, 1980-2001)

CINE
La imagen audiovisual tiene tres componentes: visual, auditivo y temporal.
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El vínculo entre el director y el actor es de carácter pasional, y se resume de la siguiente manera: “¡Cree en mí como yo creo en vos…!”
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El desafío del cine consiste, no en filmar las cosas, sino el significado de las cosas. Por ello siempre está implícito el problema del sujeto: las cosas sólo significan algo para alguien. Ahora bien, los mismos actos y las mismas cosas tienen significados diferentes para las personas. Relatar una historia consiste entonces en mostrar cómo una persona dá significado a los acontecimientos de la trama, y en revelar la interacción mutuamente, dialécticamente formativa entre sucesos y personajes. El personaje da significado a los hechos y estos resignifican el personaje.
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En el cine, como en el teatro, no se trata tanto de 'contar una historia' como de poner en escena los sentimientos y las pasiones humanas. Así, la historia es el marco en el que estas pasiones tienen lugar.
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De todas las artes, ninguna, creo, como el cine, para revelar en su profundidad y sus contradicciones el corazón humano. El poder de una mirada, de un parpadeo, de un pequeño movimiento involuntario, pueden ser devastadores, y sólo el cine es capaz de mostrarlos en toda su belleza y crueldad.

domingo, marzo 05, 2006

BÚSQUEDAS (Los días y sus dones, 1980-2001)

BUSQUEDAS
Miro a algunos amigos que roen una idea durante años, le explotan todas sus aristas, las hacen polvo y las vuelven a armar. Yo "paso sobre las ideas", sigo de largo, ¿en busca de qué?
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Si no sé a dónde voy, ¿qué necesito?
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Sigo buscando mi nombre.
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Busco el lado amable de las piedras.
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¿Qué busco en mis viejos papeles?
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Lo único que sabemos son las preguntas.
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Si somos capaces de las preguntas, estamos a la altura de las respuestas.
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Perderse y reencontrarse, desdibujarse y recomponerse, sustento de todo crecimiento personal: tener el valor de abandonar el trillo y meterse en la espesura, intentar atajos, vías alternas, enfrentando trampas, suampos y caídas. Después, desandar tus pasos, colec­cionar tus huesos y decirte: "aquí cayó, aquí lo recupero"; "en esta esquina dejó el pellejo", y con la misma extrañeza que una serpiente su vieja piel, mirarse cara-a-cara, reconocerse ahí.
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Perseguimos nuestros sueños con obstinación y tenacidad, pero al final apenas vemos sus contornos dibujados, como una tela lanzada sobre un cuerpo.
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A veces siento que detrás, como sustento y soporte de “la realidad”, existe algo que no puedo nombrar ni discernir: cuanto miro es una cara de eso, y todas me hablan de lo mismo. Lo dicen pero también lo callan, lo transparentan y disfrazan: Eso es todo pero nada es eso.
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¿Y qué somos, entonces, sino cinco dedos de agua tratando de atrapar el viento?

jueves, marzo 02, 2006

Coherencia e integridad

Leyendo los Salmos, no recuerdo cuál, salta a mi vista la palabra “integridad” (por cierto referida a los pobres). Por contraste, pienso también en la palabra “coherencia”, tan en boga, tan querida para muchos intelectuales de mi generación.

La proximidad y, a la vez, distancia entre estos dos conceptos, me fascina y sobrecoge...

Cuando hablamos de coherencia nos referimos a la lealtad, a la congruencia con ciertos principios externos a nosotros: hablamos de ser coherentes con nuestras ideas, con nuestros principios, con nuestras creencias; se trata, en cierta forma, de mantener un trazo reconocible, identificable, legible para los demás...

Cuando hablamos de integridad, se trata más bien de la congruencia con nuestros impulsos y necesidades más profundos, aquellos que muchas veces resultan incomprensibles incluso para nosotros mismos... Aquí el referente es interno, somos nosotros, no algo exterior...

La integridad nos permite ser contradictorios y cambiantes; no así la coherencia... Y, hasta donde entiendo el baile, la única forma de desarrollarnos, de crecer, de integrar cada vez más mundo en nosotros, es asumir la contradicción, superándola. “Los opuestos desaparecen desde el momento en que los consideramos desde un plano diferente a aquél en que la oposición tiene lugar”, leí alguna vez, no recuerdo dónde...

Con todo y sus contradicciones, rupturas y desgarramientos, aspiro a la integridad; la coherencia se la dejo a los propagandistas y a los popes.