Una bitácora del día a día, mes a mes, año a año, con textos incómodos o inconexos, de esos que no encuentran cabida en otro sitio, hasta que la muerte u otro bicho o alimaña se aparezca o nos separe... perecgeorges@gmail.com
jueves, abril 30, 2009
ACEPTACIÓN Y RENUNCIA
Vivir el presente exige de nosotros la aceptación incondicional y completa del pasado, de todo lo vivido, incluyendo nuestras cagadas y mierdas, hasta las irreparables. Solo a partir de una aceptación como esa somos libres para vivir el presente. Hasta las estirpes que han vivido Cien Años de Soledad tienen derecho a una segunda oportunidad sobre la Tierra, y la oportunidad está ahí, delante de nuestras narices, en todo momento. Solo es cuestión de tomarla, pero hacerlo implica al mismo tiempo una renuncia… Contrariamente a lo que piensan muchos, rechazar el pasado, o negarlo, es aferrarse a él. La única superación posible pasa pasa por la aceptación. Aceptación y renuncia: las antípodas se encuentran.
viernes, abril 24, 2009
MUJERES (Los días y sus dones, 1980-2001)
A los 20, hasta las feas son bonitas.
***
Sólo las mujeres infelices pueden crearnos la ilusión de que, gracias a nuestro amor, podrían llegar a ser felices.
***
¿Queres que te desee? Te desearé, pues, con lealtad de perro: inocente, intensa, fervientemente, pero luego no vengás a decirme que no entendés lo que me pasa, que te deje en paz, que todos los hombres somos iguales…
***
¡Qué manera tan bonita de ser fea tenía ella!
***
Hay mujeres que se ven a sí mismas como un pastel –y lo son.
***
En el remolino de la calle cruzo una mirada con una joven mujer. Rápidamente ella baja la vista. ¿Se cierra a la penetración de mi mirada o acaso ese abandono, esa declinación, implica un esquivo asentimiento, la provocación de la debilidad?
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Sólo las mujeres infelices pueden crearnos la ilusión de que, gracias a nuestro amor, podrían llegar a ser felices.
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¿Queres que te desee? Te desearé, pues, con lealtad de perro: inocente, intensa, fervientemente, pero luego no vengás a decirme que no entendés lo que me pasa, que te deje en paz, que todos los hombres somos iguales…
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¡Qué manera tan bonita de ser fea tenía ella!
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Hay mujeres que se ven a sí mismas como un pastel –y lo son.
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En el remolino de la calle cruzo una mirada con una joven mujer. Rápidamente ella baja la vista. ¿Se cierra a la penetración de mi mirada o acaso ese abandono, esa declinación, implica un esquivo asentimiento, la provocación de la debilidad?
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