viernes, septiembre 30, 2011

De "La caída" (Camus)

Tout a fait entre nous, la servitude, souriante de préférance, est donc inévitable. Mais nous ne devons pas le reconnaitre. Celui qui ne peut s´empecher d´avoir des esclaves, ne vaut-il pas mieux quíl les apelle hommes libres? Pour le principe d´abord, et puis pour ne pas les désespérer. On leur doit bien cette compensation, n´est-ce pas? De cette manniére, ils continueront de sourire et nous garderons notre bonne consciencience. Sans quoi, nous serions forcés de revenir sur nous-memes, nous deviendrions fous de douleur, ou meme modestes, tout es a craindre.

Aquí entre nos: la servidumbre, de preferencia sonriente, es inevitable. Pero no debemos admitirlo. A quien tiene esclavos, ¿no le  conviene llamarlos seres libres? Por cuestión de principios, de entrada, pero también para que no desesperen. Les debemos esa deferencia, ¿no es así? De esta forma conservarán su sonrisa y nosotros la buena conciencia, sin la cual nos veríamos obligados a mirarnos  y enloqueceríamos de dolor, o quizás nos volveríamos humildes, algo temible.

sábado, septiembre 24, 2011

Cita citable

Hacer las cosas de este modo, sólo para ver qué pasa, sin grandes motivaciones, es la única actitud que un poco después, al cabo de unos minutos, hace que surja del mundo algo de futuro. Sin sombra duda, el futuro no está de ninguna manera en los deseos. En un deseo, si queremos ser benévolos, está quintaesenciada la asquerosidad de un pasado que te adhiere a algo que te parece enteramente tuyo, cuando, por el contrario, es fortuito como todo lo demás.

Ugo Cornia
Sobre la felicidad a ultranza

miércoles, septiembre 14, 2011

¿QUÉ ES UNA HISTORIA?


Tras muchos años de fabular historias que a veces devienen relatos escritos y otras veces relatos audiovisuales, he venido decantando una visión personal de “lo que es una historia.” Digo que se trata de una visión personal no porque crea que hay algo de original en ella, sino porque me he acercado a ella mediante una reflexión nacida de la experiencia  más que de lecturas  sobre el tema.


Mi enunciación de lo que es una historia resulta extremadamente sencilla: “una historia es un relato donde algo le sucede a alguien.”

Un  relato es una relación de hechos representados en un lenguaje, sea la palabra (oral o escrita), la imagen audiovisual o la escenificación teatral o danzaria. Puesto que hablamos de una representación,  por “alguien” debemos entender  un personaje, es decir, una construcción significativa que solo tiene entidad y sentido en el marco del sistema de representaciones del relato. Desde luego, los personajes y los hechos de una historia pueden ser ficticios  o hacer referencia a sucesos y personas objetivamente existentes; asimismo, los personajes pueden ser individuales o colectivos. (El personaje principal de un relato puede ser “El pueblo de Fuenteovejuna”, la familia Buendía o el Príncipe Hamlet.)

Puntualizadas estas obviedades, cabe preguntarnos: ¿qué significa, en definitiva, que “algo le suceda a alguien”? O dicho en otras palabras: ¿qué debe de ocurrir para que algo nos suceda? (Y aquí extiendo deliberadamente la interrogante a personajes y seres humanos…)

El sujeto/personaje y el Deseo

A cada instante nos suceden cosas -respiramos, parpadeamos, nos movemos, salivamos, hablamos- y no por ello consideramos que “nos pasó algo”. La primera tentación sería decir entonces que “para que algo nos suceda”, debe tratarse de cosas excepcionales, fuera de lo común; sin embargo, solo de vez en cuándo tropezamos y caemos en la calle, vamos donde el dentista o a un funeral, y no por ello consideramos que, por sí mismos, estos acontecimientos den pie a un relato.

Una segunda tentativa sería señalar que “para que algo nos suceda”, debe tratarse de cosas importantes, pero eso nos obligaría a preguntarnos qué cosas pueden considerarse  universalmente “importantes”: ganar la lotería puede ser un acontecimiento importantísimo en la vida de alguien e irrelevante en la de otra persona, y respirar puede ser algo totalmente trivial o investirse de la mayor importancia.

¿Qué significa, entonces, que algo nos suceda?

Que nos suceda algo quiere decir que se trata de algo significativo. Decir que algo es significativo implica necesariamente a un sujeto, pues los hechos solo tienen significación para los sujetos: es la subjetividad la que atribuye valor y sentido a los actos propios y ajenos y a los acontecimientos en los que se ve involucrada. De modo que para que haya una historia, debe haber un personaje al que le sucede algo significativo para sí mismo o para otros personajes del relato.

Dicho esto, podemos todavía preguntarnos: ¿pero cuándo nos ocurren cosas significativas?

Desde mi perspectiva, hechos significativos son aquellos en los que el sujeto  adquiere o  pierde algo a lo que está vinculado mediante su Deseo, o bien logra conservarlo tras una lucha con fuerzas surgidas de su entorno.

Desde luego, el objeto de Deseo puede tomar mil rostros: el amor de un ser, la venganza de una ofensa, el dinero, la autodestrucción, la superación de barreras físicas, psíquicas o emocionales, la constitución de una familia, la emancipación, la independencia, la justicia, la libertad, el conocimiento, la paz interior, el poder y la gloria, la fama y la fortuna, la aniquilación de un enemigo, la amistad, el ascenso o el éxito social, la sobrevivencia en una situación adversa, un bel morir, etcétera, etcétera. Lo relevante, en cualquier caso, es que en las historias hay un sujeto/personaje que triunfará o fracasará en su cometido de obtener o conservar su objeto de Deseo.  

Se dirá que lo dicho aquí no es una ley universal, y es cierto. Relatos hay que narran historias en las que nada ocurre, pero en ellas precisamente lo que ocurre es que nada ocurre o, dicho con mayor precisión, se trata de historias en donde nada ocurre ahí donde algo debería ocurrir.  El contenido de la historia es, por decirlo así, lo que no ocurre, la agonía  y muerte del Deseo.

Al hablar de Deseo no lo hacemos desde una perspectiva psicológica o psicoanalítica  particular, y si  distinguimos la palabra con una mayestática mayúscula es tan solo para significar que, en aquello que el sujeto/personaje desea, está comprometido algo profundo y relevante para él; algo que hace a su idea de sí mismo y de su lugar en el mundo.

Por otro lado, cabe preguntarnos por la relación entre el Deseo y la libertad. Con amarga, y tal vez sabia ironía, decía Schopenhauer que somos libres de hacer lo que queremos pero no de querer lo que queremos… Así, la tragedia, la comedia o el drama del Deseo vendrían a ser también la tragedia, el drama o la comedia de la libertad humana, pero esa es otra discusión que nos aleja de nuestra pregunta inicial.

La doble temporalidad y el arte del relato

Si una historia nos relata el fracaso o el éxito o de uno o varios sujetos/personajes en relación con su Deseo, esto crea una temporalidad: ya se trate del objeto de deseo que se revela como una epifanía, o de la amenaza que irrumpe en el mundo del sujeto/personaje, en donde reinaba la comunión con su objeto de Deseo, asistimos ahí al inicio de una historia. Lo que ocurra entre ese punto y el final, cuando ya no queden dudas acerca del logro o el fracaso del personaje en su propósito, constituirá el marco temporal de la historia.

Desde luego,  el relato -la relación o representación de los hechos mediante un lenguaje-, no necesariamente 
replicará ese decurso, creándose una doble temporalidad: la de la historia o “los hechos” y la del relato o relación.

Contar una historia, todos la contamos; hacer de ello un arte, es otra historia.

El manejo de esta doble temporalidad es uno de los aspectos fundamentales del arte de relatar historias, junto con otros elementos como las sugerencias, las ambigüedades y los símbolos…

Pero el tema de esta breve reflexión es la naturaleza de las historias y no el arte de relatarlas. Por eso la cerramos aquí.

domingo, septiembre 11, 2011

Sueños (Los días y sus dones, 1980 - 2001)


Varias cucarachas caen en una telaraña. Con fantástica velocidad, la araña las envuelve y se apresta a devorarlas. Al lado de donde sucede esto, descubro uno, dos, tres, varios hermosísimos escarabajos azules, fosforescentes, y un gran escarabajo “torito” como los de mi infancia. Tomo en mis manos uno de los escarabajos resplandescientes, se lo muestro a alguien que me acompaña dentro de la habitación. Acerco el insecto a la ventana y el viento desprende y trae hacia mí nubecillas de polvo y polen de sus pies. Pienso que me fertilizan. Lo acerco a la ventana y lo dejo ir.
***
Frente a un templo,  me encuentro con una larga hilera de gente que desciende hacia los sótanos. Entre ellos reconozco a mis muertos queridos. Feliz, los saludo y me abrazo con ellos. Alguien  me invita a unirme a la fila, pero le respondo que no puedo hacerlo y así nos despedimos. Me alejo y por fin llego a la fachada del templo. Ingrávido,  me elevo hacia lo alto de una de las torres, hasta colocarme ante una ventanilla. Dentro, del otro lado, está Jesucristo. Me sobrecoge la fuerza y claridad y bondad de ese rostro. Tiene en sus manos, y me lo muestra como quien no quiere la cosa, un viejo libro. El Libro. Con su bella sonrisa, Jesús me pregunta: “¿Qué quieres de mi?”  Y le respondo: “Nada, nada. Pero es maravilloso contemplar un rostro así.”  Enseguida, con gran gozo, me hago consciente mientras duermo.
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Un toro y un hermoso pájaro se descubren y se miran asombrados. Se acercan lentamente y yo siento la extrañeza, la fascinación que despierta el otro en cada uno de ellos. Entonces el toro saca un revólver y lo apunta contra el ave, pero en lugar de disparar, lo dirige de inmediato contra su propia cabeza y entonces sí dispara y cae fulminado. Quedo paralizado de horror sin poder reaccionar.
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Una mujer angelical extirpa gusanos que se habían enquistado en mis uñas. Estoy a punto de ver mi sombra, o mejor dicho, de descubrir una profunda identidad que iba a revelárseme proyectándose en el sueño como si fuese mi sombra, pero como si recibiera una cachetada, despierto por temor a ver la sombra del diablo.
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Sueño que las aguas negras de una iglesia se desbordan y afloran, fétidas, a la calle. A pocos metros de ahí, en la plaza, se celebra un carnaval.
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Mientras duermo, escucho en mi interior “A Love Supreme” y cada una de las notas del sax masajea suave y placenteramente mi cerebro. Dormido, alcanzo a maravillarme por el hecho de que recuerde cada una de las notas de Coltrane. El solo de sax sube de intensidad y yo me elevo al éxtasis. “Dios”, pienso.
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Sueño que estoy enloqueciendo. Me desdoblo, me veo frente a mi, me tiendo la mano y me paso electricidad durante el apretón. Alguien me dice: “Te veo mal…” Yo le respondo que pase lo que pase, no me droguen con medicamentos. Miro con enorme tristeza unas figuritas artesanales mientras pienso que me gustaría hacer cosas como esas. Todo está permeado de una tristeza sin fin, de un abandono terrible. Veo la rama de un árbol cortada de cuajo. Todo es fragmentario e incoherente, como si yo fuea un condenado a muerte y por ello mismo nada me importara pero todo tuviera mayor relieve.
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Una bruja me pide que me identifique con alguno de los objetos que ha desplegado frente a mí: una cebolla, un frasco, etc. Después de mucho pensarlo, yo lo hago con un plato frágil y vacío.
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Sueño: “Ahora que ha llegado a la mitad de su camino, se siente solo: no puede librarse de sí mismo…”
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Sueño: El policía de adentro  me pone, literalmente, esposas en el cráneo.
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Sueño: los animales utilizados en experimentos crean en venganza un ser terrible, poderoso y malévolo.
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Sueño: “es el amor sembrando primaveras”.
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Aterrorizado, sueño con un inmenso sol negro que permanece oculto a nosotros detrás del sol.
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Sueño: el Buda es como una prostituta: todo el mundo lo detesta pero todo el mundo quiere ser como él.”
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Sueño que no puedo escribir porque vivo en medio de cajas, polvo, sombra. Mientras duermo, pienso: “no eran las ratas invadiendo el espacio de los hombres, sino los hombres invadiendo el espacio de las ratas…”
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“La soledad ya no es opción”. Despierto con estas palabras en mis labios.
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Sueño: la obra está inconclusa. El movimiento es espiral.
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Sueño: un hombre es “virgen” hasta que encuentra a su arquetipo femenino.
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Sueño: “la dignidad de lo humano reside en su voluntad de saber.”
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Sueño: “Un país es su situación actual más sus sueños…”
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Sueño: "El sí-mismo es lo que está en permanente reposo".
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En sueños, un tipo toca el arpa y canta maravillosamente en la entrada de una ciudad terrenal y asombrosa. Me dice que “los objetivos del Ñandarque” son erotizar la realidad y otras cosas insólitas.
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Sueño: un sistema matemático que sólo es válido en algunas regiones del Universo.
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El espacio que habitan los personajes de mis sueños tiene tres dimensiones. Sin embargo, a nuestros ojos esto resulta una incongruencia, una estupidez.
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Sueño: la importancia de los acontecimientos la determinan la cantidad de personas a la que estos afectan y la permanencia en el tiempo de esos efectos.
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Busco espacio para dormir en una casa medio ruinosa. Ahí hay fantasmas, demonios y espíritus que integran una especie de tribunal y me interrogan con dureza, con severidad. Sentencian que la intensidad que pretendo es excesiva.
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Alguien me habla del “centro del mundo” y yo llego por azar a él. En el medio de una pequeña pileta de poca profundidad, hay una fuente de agua, con un respaldar semioculto. Cuando me siento ahí, descubro frente a mi unos hermosísimos bajorrelieves, de belleza casi sobrenatural, que solo son visibles desde ese punto. Representan dragones, serpientes, santos, caminos de ascensión y caída, y en algunos puntos tiene engastadas piedras preciosas. Entonces una descarga de energía sube violentamente por mi cuerpo y me abofetea la cabeza, intensa y placenteramente.
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Sueño: “ni siquiera todo nos parece demasiado: es aquí en donde falla el límite”
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Sueño: “Este tiempo caótico y multitudinario exige de nosotros una inmensa claridad”.
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Sueño: “la paz tiene su guerra…”
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Sueño: "Vas a verter un día los treinta posibles racimos de rocío..."
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Sueño: Federico García Lorca me explica que no es lo mismo hablar uno de su experiencia de algo universal, que hablar simplemente de uno.
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¿Quién escribe el guión de tus sueños?

miércoles, septiembre 07, 2011

la actitud

...una alegre pero concentrada despreocupación, que exteriormente podría parecerse a la indolencia, pero que por lo demás es radicalmente diferente de ella, tal vez incluso su opuesta, pues en la indolencia la voluntad es prisionera del desinterés por las acciones y de una falsa indiferencia hacia sus resultados, mientras que en aquella lo que domina es un compromiso al mismo tiempo profundo y distanciado con nuestras acciones, y la impasibilidad hacia sus resultados.

domingo, septiembre 04, 2011

bola de cristal

Y te asomabas a la Web con la misma ansiosa expectación que a una bola de cristal, no con ánimo de conocer el futuro, sino el pasado y el presente.