Solo un excesivo apego o estrechez puede llevarnos a creer que la patria es preferible a cualquier otro lugar, aunque en ella estén buena parte de nuestros recuerdos y afectos.
Dondequiera que la vida me lleve, suelo sentirme -y conducirme- como en casa pues, en efecto, la Tierra es mi hogar, ¿o no?