Evitemos frases grandilocuentes. 2666 es una novela, o un conjunto de novelas, desconcertantes y al mismo tiempo inquietantes. Desde mi punto de vista, de lo que Bolaño ha querido hablarnos aquí es de lo inexplicable de la conducta humana y de lo absurdo de nuestra condición, así como también (y por ello mismo) de la irracionalidad de la Historia. Por eso la narración es casi siempre impredecible, los personajes actúan impulsados por motivos o razones que ellos ni justifican ni entienden y que nosotros, como lectores, rara vez logramos comprender, pero en donde sin embargo entrevemos cierta coherencia que se nos escapa. Supongo que, para abordar el mismo tema, un escritor francés de los años cuarenta o cincuenta (ciertamente, no Camus) habría puesto a los personajes a reflexionar y a dialogar acerca de lo absurdo de nuestra condición y de la Historia como el escenario donde esta se despliega, pero en lugar de hacer esto, Bolaño recrea este accionar absurdo y casi siempre incomprensible. El que todos los hilos narrativos queden deliberadamente abiertos, sin ningún asomo de algo que pueda ni remotamente considerarse un "cierre" o "final", contribuye a este efecto.
Las historias que se nos relatan en el libro son, hasta cierto punto, accesorias, secundarias. No creo que lo importante aquí sean los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez, como algunos han querido ver. Los crímenes son útiles en tanto ilustran a la perfección (más como telón de fondo) el absurdo inabordable de nuestra condición. Lo mismo ocurre con la estupenda recreación que Bolaño hace de algunos episodios de la Segunda Guerra Mundial. Pero el mismo carácter inexplicable tiene la conducta, por lo demás inocua, de los críticos literarios especialistas en Archimboldi, el autor alemán cuya figura atraviesa (a veces más como una sombra) varios libros del conjunto. Tan inexplicables e incomprensibles como los crímenes de Ciudad Juárez son la mayoría de nuestras acciones.
Por ello pienso que lo esencial en 2666 es la visión de los personajes o, con mayor precisión, de la conducta de los personajes, de su accionar. Bolaño nos propone aquí su visión (o al menos una visión) del ser humano en donde, insisto, lo irracional, lo absurdo, lo inexplicable, son la nota central. Ni siquiera las pasiones humanas ni los vicios o las perversiones consiguen explicar nuestra conducta.
Creo que este es el sustrato más inquietante de esta obra, pues mal que bien, todos alentamos la ilusión de que nuestra vida (es decir, nuestro actuar), obedece a ciertos fines u objetivos, y que en virtud de ellos nos podemos redimir y justificar. El desierto de Sonora es el escenario donde todas las historias se extinguen, van a morir como arroyos devorados por las tierra reseca, y me parece que la imagen es lo bastante explícita como para obviar cualquier comentario.
Las historias que se nos relatan en el libro son, hasta cierto punto, accesorias, secundarias. No creo que lo importante aquí sean los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez, como algunos han querido ver. Los crímenes son útiles en tanto ilustran a la perfección (más como telón de fondo) el absurdo inabordable de nuestra condición. Lo mismo ocurre con la estupenda recreación que Bolaño hace de algunos episodios de la Segunda Guerra Mundial. Pero el mismo carácter inexplicable tiene la conducta, por lo demás inocua, de los críticos literarios especialistas en Archimboldi, el autor alemán cuya figura atraviesa (a veces más como una sombra) varios libros del conjunto. Tan inexplicables e incomprensibles como los crímenes de Ciudad Juárez son la mayoría de nuestras acciones.
Por ello pienso que lo esencial en 2666 es la visión de los personajes o, con mayor precisión, de la conducta de los personajes, de su accionar. Bolaño nos propone aquí su visión (o al menos una visión) del ser humano en donde, insisto, lo irracional, lo absurdo, lo inexplicable, son la nota central. Ni siquiera las pasiones humanas ni los vicios o las perversiones consiguen explicar nuestra conducta.
Creo que este es el sustrato más inquietante de esta obra, pues mal que bien, todos alentamos la ilusión de que nuestra vida (es decir, nuestro actuar), obedece a ciertos fines u objetivos, y que en virtud de ellos nos podemos redimir y justificar. El desierto de Sonora es el escenario donde todas las historias se extinguen, van a morir como arroyos devorados por las tierra reseca, y me parece que la imagen es lo bastante explícita como para obviar cualquier comentario.
En definitiva, creo que 2666 es una larga (tal vez demasiado, pero ese es Bolaño y al que no le guste, que lea Pedro Páramo) glosa de aquella frase de Shakespeare, en Macbeth: "La vida es un cuento contado por un idiota, llena de ruido de furia, que no significa nada."