CONVERSABA LA OTRA NOCHE con mi hermano Alfredo Aguilar sobre la dificultad de expresar o de traducir en palabras lo que le da sentido a nuestra existencia. Hace muchos años, en mi juventud, pensaba que esto debía ser algo así como una profunda idea filosófica, una convicción política o una creencia religiosa; algo que iluminara cada uno de nuestros actos y nos revelara su relación con la totalidad del universo… Hoy pienso que lo que le da sentido a nuestra existencia es lo que nos hace levantarnos cada día y desear vivir, y que la dificultad de expresarlo en palabras reside, precisamente, en su sencillez y en que se trata de cosas que realizamos cotidianamente, a menudo sin darnos cuenta: prestar atención a nuestros seres queridos, dedicarle algo de tiempo a una actividad que nos gusta, en fin, cosas que ni siquiera consideramos dignas de relatar. Por eso a menudo quedamos perplejos cuando nos preguntan "qué has hecho?" y no podemos responder nada interesante o llamativo, aunque en el día a día nuestra vida, nuestra pequeña e insignificante vida, esté llena de sentido…