Para Gilda Pacheco
Devoró tu noble
corazón el tigre de la noche.
Sigiloso y
certero saltó sobre tu cuerpo
como una
flecha.
Él no conoce
la piedad.
Él no sabe
de amistades.
Él no
tiene hijos que lo lloren.
Acecha y
salta sobre su presa
cuando menos
se lo espera.
Es su
naturaleza.
Él habita estos
montes mucho antes que nosotros
viniéramos.
Sus garras
rasgaron tu carne.
Sus colmillos
rompieron tus huesos.
Sació su
hambre y siguió su marcha
hacia el
río cuyas aguas
nunca se
secan.
Nosotros
te recordaremos
junto a la hoguera.
Es duro,
hermana, decirte adiós
ahora que los
colibríes despiertan.
Silencio.
Ya se
levanta el sol.
27/8/20