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Es bien conocido el gusto de los mexicas, y de otros pueblos amerindios, por adornar sus templos con las calaveras de los sacrificados, pero ahora descubro que el cráneo de Miguel Hidalgo, el prócer de la independencia de México y de Latinoamérica, estuvo expuesto durante los últimos DIEZ AÑOS del régimen colonial español (1811-1821) frente al edificio de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato... ¡Adonde fueres, haz lo que vieres, parece la moraleja!
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Comprendo que algunos costarricenses crean tener (todavía) algunas razones para sentirse (un poco) orgullosos de su país, pero de lo que no tengo la menor duda, es de que los ticos sobreestimamos en mucho la calidad de nuestra democracia.
La reciente relectura de las “Memorias” de Mario Sancho (1889-1948)
así me lo confirma una vez más. Es evidente que los intríngulis, movidillas y
matráfulas propios de la democracia parroquial y electorera de la que tanto se
burla Sancho en su libro, no han desaparecido -en mi vida adulta he presenciado
ya un buen número de ellas-, pero mi asombro no tiene límites cuando me entero
de que, poco antes y poco después del estallido de la Guerra Civil Española,
Costa Rica le negó la entrada al país nada más y nada menos que a León Felipe y
a Rafael Alberti.
Se trata de dos hechos completamente independientes entre
sí. Resulta que en julio de 1936 Mario Sancho viajó a Panamá con su familia para
asistir a una serie de conferencias que impartiría ahí León Felipe, con quien Sancho
había establecido amistad previamente en México. Como consecuencia del
levantamiento franquista, Felipe duda de regresar a su país y cae enfermo.
Sancho lo invita a recuperarse en Cartago y a permanecer ahí durante un tiempo con su familia, pero el gobierno de entonces, presidido por León Cortés Castro,
amparado en la “ley candado” recientemente aprobada y haciéndose eco de la histeria anticomunista
generalizada, le niega la visa de entrada… ¡a pesar de que el país mantenía
relaciones diplomáticas con la República española!
De lo de Alberti me entero por un artículo de Vicente
Sáenz, contemporáneo de Sancho, publicado en la revista “Liberación” y titulado
“No viaje a Costa Rica quien no tenga dinero”.
Resulta que previo al estallido de la Guerra Civil, durante
el último gobierno de Ricardo Jiménez (1932-1936) Alberti y su mujer, la
también escritora María Teresa León organizan un viaje a Costa Rica, probablemente como parte de sus actividades para
recaudar fondos en favor de la Huelga General o Revolución de Asturias, en 1934,
pero el avión en el que llegan es rodeado tras tocar tierra por un grupo de
policías que les impiden desembarcar… El Presidente Jiménez escribirá al día
siguiente en los diarios que la razón para ello fue que no habían demostrado
suficiente solvencia económica para entrar al país.
“Desconcertados -escribe con obligada ironía Sáenz-
mostrábanse el poeta y la escritora.
¡Apenas diez minutos podían estar en la Costa Rica democrática!”
Y así fue como León Felipe y Rafael Alberti… ¡nunca
estuvieron en Costa Rica!