jueves, junio 21, 2012

LA TORRE DE BABEL

Como sabemos, los mitos son relatos en clave; su efectividad radica en sus imágenes, que por su tenaz simplicidad interpelan nociones básicas de la conciencia humana y se vuelven capaces de surcar las agitadas aguas del Tiempo, venciendo la obsolescencia de las palabras y pasando de una generación a la siguiente. 
Durante muchos años la imagen de la Torre de Babel me resultó oscura; más aún en sus interpretaciones habituales, referidas a la soberbia, la ambición pecaminosa de competir con Dios y alcanzar el cielo y otras cosas parecidas. De ninguna forma lograba relacionar la imagen de la Torre con la proliferación de lenguas, hasta que hace poco sobrevino la comprensión.
El truco de la imagen está en trasponer los planos horizontal y vertical: el movimiento expansivo, el progresivo despliegue de los pueblos en el espacio y en el tiempo se vuelve entonces transparente, y revela, con absoluta precisión, la forma como las lenguas se diversificaron hasta tornarse incomprensibles entre sí.
En otras palabras: en lugar de una  construcción vertical, debemos entender la imagen de la Torre como el despliegue o la expansión progresiva de los pueblos en el espacio geográfico y, por supuesto, en el tiempo... La ventaja de la torre es que nos permite aprehender la lógica inherente a ese proceso en una sola imagen visual. Considerada de esa forma, la Torre de Babel encierra una lección básica, pero incontestable, de lingüística histórica.