martes, enero 31, 2006

ABISMO (Los días y sus dones, 1980-2001)

ABISMO


Era el centro de un mundo vacío, en donde no había, no cabía, no vivía nadie más.

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El Gran Bostezo que todo lo devora y nada perdona, la inefable garra del hastío, de la que huir resulta a veces imposible.

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He llegado a ser un maestro en la cualidad patética de vivir siempre en estado de crisis.

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Odiaba la belleza del mundo, mataba pájaros por vanidad. Me sentía turbio, poseso; sucio de rabia, asqueado de realidad.

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El terrible dolor de ser incapaz de entregarle a los seres que amás, ninguna otra cosa que tu mierda.

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Despierto –pero no quiero, no puedo terminar de despertar–, en plena madrugada, con un nudo terrible en la garganta; es una sensación casi dolorosa –físicamente–, algo espeso, concreto y azul, bien localizado en la garganta. Y es toda la tristeza que no sé cómo sacarme.

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Un tipo en plena crisis sicótica me aborda en la calle. De su desbocada charla, entresaco dos frases: · “Si en Costa Rica había trenes y tranvías, fue por las canas de mi abuelo…” “En mi religión no existen los cementerios.”

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A menudo encuentro a Vera, indigente de edad indefinible y con el cerebro quemado por el “crack”, mendigando por las calles de San José. Por lo general se dirige a los viandantes con un desenfado agresivo: “Regáleme algo para comer. Regáleme algo, tengo hambre.” Otras veces habla a gritos, mientras camina por el boulevard: “¡Qué rico! Acabo de comerme un casado, estoy llenísima y ya pagué el hotel.” El Viernes Santo la encuentro hecha un ovillo en un rincón de la ciudad desierta, llorando como una niña. “¿Qué le pasa?” “Debo cuarto y no tengo para pagar”. Vuelve a llorar, y ese llanto de una mujer que ha pasado por todo, es más terrible que cualquier otro y me acuchilla.

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Para aquél hombre (Puerto Barrios, Guatemala) el mundo era un lugar incomprensible, de donde venían palos y garrotes sin que él llegara nunca a entender razones o motivos.

jueves, enero 26, 2006

Los árboles floridos

Verano nuevamente, y con la estación seca retornan los árboles floridos. Ese escandaloso estallido de colores en las montañas y en los valles; ese delicado tejido que inicia con los porós, sigue con los roble-sabana, continúa con los jacarandás y concluye con los cortéz amarillo.

A propósito de este acontecimiento, escribí el verano pasado un poema que hoy encuentro entre mis papeles:


VERANO

Como una explosión, un estallido,
los porós del parque han florecido.
.
Llama viva, deslumbrante danza:
¡Me sorprendes cada año
como a un niño!

¿Será el naranja
de las flores -¡tan intenso!-
o el azul del cielo que las unge...?
¿Será lo repentino de su grito
o lo fugaz de su esplendor
que me cautiva?

No lo sé.

Mas son tantos veranos ya
Que hoy me pregunto
si los porós están en mi presente
o si los miro florecer en el pasado.

miércoles, enero 18, 2006

Querido y remoto maestro...

He leído de un tirón, conmovido, horrorizado, maravillado, “Antes del fin”, el libro-testamento de Sábato que me regaló ayer un joven amigo.

Este reencuentro inesperado con uno de mis primeros maestros, de mis viejos amores; este volver sobre las ideas, las obsesiones, la terquedad y la majadería del viejo gruñón; este reencontrarme con su fe, con su desgarramiento, con su honestidad a prueba de balas; esta ternura que me ha producido encontrarlo “en sus cinco” al final de su vida... ha sido un verdadero remezón...

No sabía de la muerte de su hijo, y la franqueza con que comparte su desolación, al tiempo que abre, o al menos quiere abrir, o duda de abrir, una puerta, una ventanita a la esperanza en medio de tanto dolor y tanta canallada...

¡Salud, viejo gruñón, hermoso abuelo, cascarrabias infatigable, maestro querido!

jueves, enero 12, 2006

Un sueño

Sueño intensas sensaciones placenteras en mi cerebro, primero, y luego en mi pecho, más o menos a la altura del corazón. Luego, entre ambos focos de irradiación se tiende un flujo de energía, una suerte de masaje delicioso, como un chorro, que conecta mi pecho y mi cabeza...

Cuando cesan estas sensaciones, pero aún dormido, le digo a una amiga que está a mi lado: “Es maravilloso no necesitar una doctrina para explicar esto ni para saber que es verdad.”

sábado, enero 07, 2006

Diálogos del Tigre y la Gacela

- Gacela de alargado cuerpo
y temblorosa carne que olfateo;
No te alejes tan de prisa,
no te marches que me muero.

- Hermoso tigre que me acechas,
furioso animal de mis desvelos;
Aunque escondido en la espesura
también yo te huelo.

- Mi naturaleza es seguirte
y mi destino buscarte;
No hay reposo en mis días
ni conozco otro anhelo.

- En las mañanas soleadas
y en las tardes cuando abrevo;
Entre salto y sobresalto
también yo te sueño.

- Sin haberte visto antes
te conozco desde siempre;
Descubrirte es regresar
ahí a donde pertenezco.

- Tu silueta me acompaña
antes de que yo naciera;
Nuestro asunto es muy viejo,
anterior a nuestros cuerpos.

- Otros rastros perseguí
y otras presas he tentado;
Mas por la delicia de tu carne
las dejo de lado.

- También yo he sufrido
acechos diversos;
Pero los temblores en mi cuerpo
se acrecientan con tu cerco.

- Desde lejos, tu figura
se confunde con el viento;

- Y la tuya me resulta apenas
la sombra de un presentimiento.

- No me das tregua ni respiro;

- No me das pausa ni descanso.

- ¿Qué haría si no estuvieras?

- ¿Cómo te inventaría si no existieras?