lunes, marzo 24, 2008

CICATRICES

Verano. En el ferry que atraviesa el Golfo de Nicoya, una multitud de turistas deambulamos, exaltados y atontados por el sol, por la amplia cubierta. Ropas ligeras, anteojos de sol, cervezas, bronceador y reaggetón. De espaldas a mí, una delgada muchacha recoge su cabello en un moño castaño; el vestido sin tirantes deja al descubierto buena parte de su espalda... Entonces descubro la larga y delgada cicatriz: emergiendo bajo el vestido, corre paralela a la columna vertebral para ir a morir muy arriba, cerca de las cervicales. Es una cicatriz antigua, delgada y discreta. El que la muchacha lleve ese vestido ligero y de espalda descubierta revela que para ella es un asunto del pasado y sin importancia. La muchacha desaparece pronto arrastrada por la marea de turistas. Un rato más tarde vuelvo a verla a lo lejos, ahora en compañía de un muchacho, pero luego los pierdo de vista.
Poco antes de llegar a Puntarenas vuelvo a encontrarla. Otra vez de espaldas a mí, mirando hacia la costa que se acerca. Empujada lentamente por el vaivén de la gente, otra mujer se coloca a su lado, joven y también vestida con una blusa que deja descubierta buena parte de su espalda. Entonces descubro la cicatriz: corre transversalmente en su espalda, de omoplato a omoplato.
Por unos momentos las dos mujeres están una al lado de la otra, las cicatrices contiguas, casi tocándose. Luego se separan sin percatarse de lo que ha ocurrido. ¿Alguien más se percató? Hay algo maravilloso en todo esto, lo sé. ¿Pero qué es? ¿Y cómo escribirlo?

martes, marzo 11, 2008

Creéme, hijo mío: la conciencia de la finitud es algo que crece con los años...

lunes, marzo 10, 2008

ILUMINACIONES (Los días y sus dones, 1980-2001)

En una plaza transitada de la ciudad, un tipo interpreta sonatas de Mozart y conciertos de Beethoven con un piano en ruinas. Reclinada sobre el instrumento, su novia lo mira con ojos enamorados, mientras los viandantes pasan o se detienen brevemente para escuchar… La música le da unidad de sentido a todo lo que sucede en la plaza: el niño que se mira abstraído las rodillas, el borracho tendido, el vagabundo que lanza objetos a las palomas en el árbol para que no ensucien su lugar, el hombre de negocios que se permite unos saltitos juguetones para sorprender a su amada, el ciclista que pasa, en fin… Todos quedamos momentáneamente hermanados por la unidad de sentido, la atmósfera de la música.
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Una flor puede ser una revelación de la verdad del mundo.
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El odio y los resentimientos “ciegan”, el amor revela o ilumina.
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Estoy cansado de andar siempre de puntillas para no despertar a los vecinos.
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A veces un ángel te despierta en la mañana con el roce suave de su voz.
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La cuarta dimensión del espacio es: la mente.
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Es su manera de reaccionar frente al cambio lo que nos revela la naturaleza más íntima de los seres y las cosas.
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Lo angélico y lo demoníaco son dos rostros de una misma cara.
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Hoy se ríen de ti, mañana te temerán.
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Nada más triste que el sexo triste.
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El deseo de compartir es instintivo.
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Ante la imposibilidad del éxtasis contentémosnos con el frenesí.
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Cada instante que pasa, un trozo tuyo queda prendido de la eternidad.
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La voluntad es impulso consciente, despliegue organizado de energía.
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La razón analiza, la intuición sintetiza.
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Poder es la capacidad de realizar deseos, de concretar intenciones.
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Inteligencia es el arte de transformar las debilidades en fortalezas.
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Mucho de lo que llamamos "inteligencia” no es otra cosa que valor.
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Creeré en la inteligencia artificial cuando se invente una computadora capaz de reir.
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El mundo es un perfecto y perpetuo coito, un acto de amor y voluptuosidad.
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No hay cosa que los latinoamericanos nos tomemos más en serio, que la diversión.
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Las agujas del reloj se abren como las piernas de una puta.
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Las dos caras de la luna se dan la espalda.
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El riesgo de tomar el cielo por asalto, es que en el asalto lo podemos incendiar.
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El mundo está rompiendo sobre mi cabeza.
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Me estoy naciendo a pedazos…
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A veces somos fascistas con nosotros mismos.
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Amigos son los que se alegran de que me vaya bien; enemigos, de que me vaya mal.
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La fuente de mis penas mana dolores azules como llamas.