Sueño intensas sensaciones placenteras en mi cerebro, primero, y luego en mi pecho, más o menos a la altura del corazón. Luego, entre ambos focos de irradiación se tiende un flujo de energía, una suerte de masaje delicioso, como un chorro, que conecta mi pecho y mi cabeza...
Cuando cesan estas sensaciones, pero aún dormido, le digo a una amiga que está a mi lado: “Es maravilloso no necesitar una doctrina para explicar esto ni para saber que es verdad.”
Cuando cesan estas sensaciones, pero aún dormido, le digo a una amiga que está a mi lado: “Es maravilloso no necesitar una doctrina para explicar esto ni para saber que es verdad.”