Acaso, para completarse, tal “purificación del pasado” requiere al menos de otros dos elementos: la gratitud y algo que –a falta de mejor palabra– llamo “satisfacción”. De la misma forma en que la gratitud y el perdón son complementarios, lo son el arrepentimiento y la satisfacción. El arrepentimiento y el perdón nos redimen de la violencia sufrida o inflingida; la gratitud y la satisfacción nos reconcilian con los bienes recibidos y entregados.