Si es cierto, como sugiere Simone Weil, que el criterio último para distinguir lo real de todo aquello que no lo es, es que en el mundo real la relación entre causas y efectos está regida por la necesidad (necesariamente habrá una colisión entre dos objetos que convergen en el mismo punto del espacio), entonces quizás podemos decir también que "lo real es necesario" o, más aún, que "el Ser es necesario." Y aquí nos damos de bruces con los límites del pensamiento: el Ser es necesario, sí, tal vez, ¿pero para qué? (el Tao que puede conocerse no es el eterno Tao.)
En otras palabras, Simone Weil responde a la pregunta de Heidegger: "¿Por qué existe el Ser y no la Nada?" con un simple -y a la vez impotente-: "Porque es necesario."
Por otra parte cabe preguntarnos si esa necesidad que predicamos del Ser puede aplicarse también a todos los fenómenos. No deja de ser un consuelo pensar que todo lo que ocurre -incluyéndonos, desde luego, a nosotros mismos en tanto seres finitos e individuales- es necesario a los propósitos incognoscibles del Ser, como sostienen tantas filosofías y religiones.
En otras palabras, Simone Weil responde a la pregunta de Heidegger: "¿Por qué existe el Ser y no la Nada?" con un simple -y a la vez impotente-: "Porque es necesario."
Por otra parte cabe preguntarnos si esa necesidad que predicamos del Ser puede aplicarse también a todos los fenómenos. No deja de ser un consuelo pensar que todo lo que ocurre -incluyéndonos, desde luego, a nosotros mismos en tanto seres finitos e individuales- es necesario a los propósitos incognoscibles del Ser, como sostienen tantas filosofías y religiones.