jueves, marzo 17, 2011

PARTIR

(del Diccionario Interior)

El que parte, se parte: sabia esta lengua en cuyos pliegues se dibuja esta verdad.

Algo de nosotros queda en lo que queda, en los que quedan, y al partir, también nosotros nos partimos en pedazos.

Y como siempre estamos partiendo hacia alguna parte, siempre andamos divididos.

Ahora bien, siempre estamos partiendo pero habitualmente volvemos a nosotros, a los otros que son con nosotros, y así nos reunimos, aunque el que se fue y el que vuelve no sean el mismo, no sean lo mismo, de ahí el eterno desencuentro entre nosotros.

Esa es una cosa, pero está esta otra:

¿Qué de los que parten y luego ya no vuelven? ¿Los que se van definitivamente? Esos dejan un pedazo que continuará aleteando entre nosotros como el trozo languideciente arrancando a la cola de una lagartija. Los que no regresan no parten, se arrancan. Esa ilusión de un nuevo principio anima al que parte sabiendo que no volverá.

Hablo, aquí, de los que parten de su tierra hacia otras tierras, por ejemplo.

Pero está esto otro, también, lo obvio y sin embargo tan obviado: que todos partiremos.

¿Será -me pregunto a veces- que tras partir definitivamente nos reuniremos al fin?

Eso dicen, eso han dicho, los que dicen saber.
Tal vez el silencio y la nada nos acogen y esa es otra forma de reunirnos.