Me deshumanizo cuando niego tu humanidad; me convierto en bestia cuando reduzco al otro a la condición de bestia: los europeos frente a los amerindios
y los africanos en los albores de nuestra era... Pero también: unos africanos frente
a otros pueblos africanos, unos pueblos amerindios frente a otros; los chinos y los egipcios y los japoneses y los griegos frente a... Aquí
no caben idealizaciones románticas. Los nazis frente a los judíos, los terroristas –de todos los signos o ideologías– frente a sus víctimas inocentes; mi seca indiferencia ante la
desgracia del prójimo. La moral de la tribu frente a la incipiente, frágil,
precaria conciencia de nuestra identidad como especie y de nuestro destino común. ¿Acaso la historia de la humanidad es algo más que una obstinada negación de nuestra común humanidad?