jueves, enero 11, 2007

Flores de enero (4)

Mientras vagabundea sin rumbo por la ciudad, un miserable encuentra una colilla en la acera y, por un instante, es el ser más dichoso del mundo.

A su lado, un negociante que viene de ganar varios millones, cae de pronto en la cuenta de que, planteado de otra forma, su negocio hubiese redituado el doble. En ese instante es el ser más desdichado de la Tierra.

Mientras enciende la colilla, el miserable mira de reojo a su vecino y, abismado en la plenitud de su inhalación, elude el mordisco de la envidia.

Mientras digita en su teléfono celular el número de su asistente para verificar si aún puede remediarse el asunto, el negociante mira de reojo al miserable y, tras concluir que no representa peligro alguno, lo ignora para siempre.

Los dos hombres se alejan. Nunca recordarán ese momento fugaz e intrascendente. Solo nosotros, de este lado de la pantalla, sabemos lo que ocurrió.