La ciudad es hermosa
en la mañana
Cuando las muchachas
van a sus trabajos
frescas como frutas
y calzadas y edificios despiertan
acariciados por la luz
Las flores de la vendedora
estallan como soles
y la corbata mustia del oficinista
parece resignada a resistir
Hasta los perros callejeros
y los niños adictos
y los borrachitos
arrinconados en su desventura olorosa a orín
olvidan la muerte que sonríe
a sus espaldas
y paladean la dicha de existir
Parecería que la noche nunca
fuese a regresar
O que el bochorno de la tarde no acechase
a la vuelta de la esquina
Parecería que la bondad y la dicha
fuesen ilimitadas
y alcanzaran para todos
Por ello la ciudad
es hermosa en la mañana
Cuando duermes
Mayo, 2009