Estoy convencido
de que la estupidez humana no es el mayor problema. Ser estúpido no es tan
grave si uno tiene la humildad suficiente para admitir su condición. El verdadero
problema es nuestra soberbia, nuestra incapacidad de admitir nuestra ignorancia
y el profundo convencimiento de que somos criaturas privilegiadas, elegidas por
dios –cualquier dios-, para reinar sobre el planeta y sobre las demás criaturas.
Respecto de la estupidez ajena, no hay nada que en definitiva yo pueda hacer. Respecto de la propia, sí. ¡Y cuánto cuesta!
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