No puedo determinar con exactitud el año, pero fue hacia mediados de la década de los 80, es decir, hace algo más de 30 años, cuando surgió esta imagen como metáfora de la poesía:
¿Qué suave y ardoroso viento agita
el viejo mar de las palabras
para producir tan bellos
y fugaces resplandores?
Aunque bella y elocuente para mi gusto, resultaba algo incompleta para considerarla "un poema", de modo que en algún momento, más adelante, la reuní con otro fragmento escrito por esos mismos años que también habla de la poesía y que me parecía igualmente incompleto:
Borboteando su chorro de luz
mana el poema
Míralo inventar su llama
adentrarse en el vacío sin más
fuerza que su anhelo
Luna es
el poema
De modo que agrupé los dos fragmentos bajo el título de "POESÍA" -que es finalmente de lo que pretendo hablar- y, aunque no fueron publicados, permanecieron así, mancomunados, durante muchos años en mi computadora:
POESIA
-1-
Qué suave y ardoroso viento agita
el viejo mar de las palabras
para producir tan bellos
y fugaces resplandores
-2-
Borboteando su chorro de luz
mana el poema
Míralo inventar su llama
adentrarse en el vacío sin más
fuerza que su anhelo
Luna es
el poema
Desde luego, siempre sentí (siento) que hay algo artificioso, forzado, al poner en relación ambos fragmentos, aun cuando ambos hablen de la poesía.
Hace pocos meses, encontrándome fuera de la ciudad, fui testigo una noche de una hermosa tormenta eléctrica en el cielo lejano, sobre las montañas. Escribí entonces en mi libreta de notas:
¿Qué invisibles piedras
chocan en el cielo
para producir tan deslumbrantes
y fugaces fuegos?
El asunto quedó ahí... Hasta que hace un par de días, revisando mi libreta, encontré el apunte y tuve la sensación, o más bien la certeza, de que aquello era casi un autoplagio o, más benévolamente, que otra cosa escrita por mí semejaba mucho a esta. Era una sensación incómoda y no fue hasta hoy que tuve tiempo de explorar en mis archivos hasta dar con el viejo "poema" del que este es apenas una reescritura o palimpsesto. Creo que nunca me había ocurrido esto. Al mismo tiempo, tengo la sensación de que algo se completa de una forma misteriosa, pues juntos, los dos fragmentos se acompañan mucho mejor que mi tentativa original:
¿Qué invisibles piedras chocan
en el cielo
para producir tan deslumbrantes
y fugaces fuegos?
¿Qué suave y ardoroso viento agita
el viejo mar de las palabras
para producir tan bellos
y fugaces resplandores?
Desde luego me gustaría formular algunas preguntas más en esta tónica. Quizás lleguen algún día. En cualquier caso, siento que cualquiera de los dos fragmentos puede ir primero; siento también que el tema central sigue siendo la poesía, aunque la potencia metafórica se incrementó al poner en relación los relámpagos y la poesía (que, al menos en mi experiencia, tiene algo -mucho- de iluminación instantánea.) Lo que tienen en común estos dos fragmentos son los destellos, el carácter instáneo y relampagueante, pero también fantasmagórico e irreal de los dos fenómenos. Quedaría entonces así:
DESTELLOS
¿Qué invisibles piedras chocan
en el cielo
para producir tan deslumbrantes
y fugaces fuegos?
¿Qué suave y ardoroso viento agita
el viejo mar de las palabras
para producir tan bellos
y fugaces resplandores?
Supongo que esto no termina aquí...