lunes, septiembre 12, 2005

Prisiones (un sueño)

Anoche –en medio de sueños lúcidos, agitados y angustiosos-, en determinado momento un amigo me lleva ante la presencia de Ruymis, una mujer de edad mediana, un tanto gordita, cuyo único atractivo son sus ojos de distinto color. También su nombre me resulta fascinante y así se lo digo.

Ruymis me dice que ha leído todos mis libros, y que lo que la sorprende es el hecho de que en todos ellos, hay un personaje en prisión.

Su observación –algo en lo que jamás había reparado-, me produce un estremecimiento.

En efecto, el Ricardo Morúa de “La Estrategia de la Araña” sale de prisión única y exclusivamente para consumar su suicidio; en “Mundicia” el presidio es reemplazado por un Hospital Psiquiátrico, pero al igual que Morúa, Cabizmundo, el protagonista, sale de ahí apenas para enfrentar su destino. En “La Torre Abolida” es la sociedad toda la que se ha convertido en una suerte de prisión para los hermanos Palma. En “Figuras en el Espejo”, cuya inspiración autobiográfica es muy fuerte, Oswaldo, el protagonista, es prisionero de una sentencia terrible grabada en su inconsciente, de la que solo consigue librarse a costa de grandes esfuerzos y sufrimientos. Finalmente, en “El Nudo” Antonio Montani, el amigo de Luis, cae preso, y luego lo hacen también "Macho Chingo" y "El Cholo", aunque en sentido metafórico todos los personajes principales son prisioneros de una misma y sola decisión.

En el sueño, le comento a Ruymis que a inicios de este año leí “La Loca de la Casa”, el excelente libro-ensayo de Rosa Montero sobre la imaginación y la escritura, y que ahí la autora confiesa que a ella le sucede lo mismo con los enanos. Casi a su pesar, y sin que lo advierta, un enano o una enana se desliza subrepticiamente en todas sus novelas.

Cuando el sueño concluye, me despierto para escribirlo. Solo entonces caigo en cuenta del nombre de mi profetisa: Ruymis. “Ruy”: Rodrigo. “Mis”: mujer.