Varias
cucarachas caen en una telaraña. Con fantástica velocidad, la araña las
envuelve y se apresta a devorarlas. Al lado de donde sucede esto, descubro uno,
dos, tres, varios hermosísimos escarabajos azules, fosforescentes, y un gran
escarabajo “torito” como los de mi infancia. Tomo en mis manos uno de los
escarabajos resplandescientes, se lo muestro a alguien que me acompaña dentro
de la habitación.
Acerco el insecto a la ventana y el viento desprende y trae
hacia mí nubecillas de polvo y polen de sus pies. Pienso que me fertilizan. Lo
acerco a la ventana y lo dejo ir.
***
Frente
a un templo, me encuentro con una larga
hilera de gente que desciende hacia los sótanos. Entre ellos reconozco a mis
muertos queridos. Feliz, los saludo y me abrazo con ellos. Alguien me invita a unirme a la fila, pero le
respondo que no puedo hacerlo y así nos despedimos. Me alejo y por fin llego a
la fachada del templo. Ingrávido, me
elevo hacia lo alto de una de las torres, hasta colocarme ante una ventanilla.
Dentro, del otro lado, está Jesucristo. Me sobrecoge la fuerza y claridad y
bondad de ese rostro. Tiene en sus manos, y me lo muestra como quien no quiere
la cosa, un viejo libro. El Libro. Con su bella sonrisa, Jesús me pregunta:
“¿Qué quieres de mi?” Y le respondo:
“Nada, nada. Pero es maravilloso contemplar un rostro así.” Enseguida, con gran gozo, me hago consciente
mientras duermo.
***
Un
toro y un hermoso pájaro se descubren y se miran
asombrados. Se acercan lentamente y yo siento la extrañeza, la fascinación que
despierta el otro en cada uno de ellos. Entonces el toro saca un revólver y lo
apunta contra el ave, pero en lugar de disparar, lo dirige de inmediato contra
su propia cabeza y entonces sí dispara y cae fulminado. Quedo paralizado de
horror sin poder reaccionar.
***
Una
mujer angelical extirpa gusanos que se habían enquistado en mis uñas. Estoy a
punto de ver mi sombra, o mejor dicho, de descubrir una profunda identidad que
iba a revelárseme proyectándose en el sueño como si fuese mi sombra, pero como
si recibiera una cachetada, despierto por temor a ver la sombra del diablo.
***
Sueño
que las aguas negras de una iglesia se desbordan y afloran, fétidas, a la calle. A pocos metros de
ahí, en la plaza, se celebra un carnaval.
***
Mientras
duermo, escucho en mi interior “A Love Supreme” y cada una de las notas del sax
masajea suave y placenteramente mi cerebro. Dormido, alcanzo a maravillarme por
el hecho de que recuerde cada una de las notas de Coltrane. El solo de sax sube
de intensidad y yo me elevo al éxtasis. “Dios”, pienso.
***
Sueño
que estoy enloqueciendo. Me desdoblo, me veo frente a mi, me tiendo la mano y
me paso electricidad durante el apretón. Alguien me dice: “Te veo mal…” Yo le
respondo que pase lo que pase, no me droguen con medicamentos. Miro con enorme
tristeza unas figuritas artesanales mientras pienso que me gustaría hacer cosas
como esas. Todo está permeado de una tristeza sin fin, de un abandono terrible.
Veo la rama de un árbol cortada de cuajo. Todo es fragmentario e incoherente,
como si yo fuea un condenado a muerte y por ello mismo nada me importara pero
todo tuviera mayor relieve.
***
Una
bruja me pide que me identifique con alguno de los objetos que ha desplegado
frente a mí: una cebolla, un frasco, etc. Después de mucho pensarlo, yo lo hago
con un plato frágil y vacío.
***
Sueño:
“Ahora que ha llegado a la mitad de su camino, se siente solo: no puede
librarse de sí mismo…”
***
Sueño:
El policía de adentro me pone, literalmente, esposas en el cráneo.
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Sueño:
los animales utilizados en experimentos crean en venganza un ser terrible,
poderoso y malévolo.
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Sueño:
“es el amor sembrando primaveras”.
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Aterrorizado,
sueño con un inmenso sol negro que permanece oculto a nosotros detrás del sol.
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Sueño:
“el Buda es
como una prostituta: todo el mundo lo detesta pero todo el mundo quiere ser
como él.”
***
Sueño
que no puedo escribir porque vivo en medio de cajas, polvo, sombra. Mientras
duermo, pienso: “no eran las ratas invadiendo el espacio de los hombres, sino
los hombres invadiendo el espacio de las ratas…”
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“La
soledad ya no es opción”. Despierto con estas palabras en mis labios.
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Sueño:
la obra está inconclusa. El movimiento es espiral.
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Sueño:
un hombre es “virgen” hasta que encuentra a su arquetipo femenino.
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Sueño:
“la dignidad de lo humano reside en su voluntad de saber.”
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Sueño:
“Un país es su situación actual más sus sueños…”
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Sueño:
"El sí-mismo es lo que está en permanente reposo".
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En
sueños, un tipo toca el arpa y canta maravillosamente en la entrada de una
ciudad terrenal y asombrosa. Me dice que “los objetivos del Ñandarque” son
erotizar la realidad y otras cosas insólitas.
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Sueño:
un sistema matemático que sólo es válido en algunas regiones del Universo.
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El
espacio que habitan los personajes de mis sueños tiene tres dimensiones. Sin
embargo, a nuestros ojos esto resulta una incongruencia, una estupidez.
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Sueño:
la importancia de los acontecimientos la determinan la cantidad de personas a
la que estos afectan y la permanencia en el tiempo de esos efectos.
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Busco espacio para dormir en una casa medio
ruinosa. Ahí hay fantasmas, demonios y espíritus que integran una especie de
tribunal y me interrogan con dureza, con severidad. Sentencian que la
intensidad que pretendo es excesiva.
***
Alguien me habla del “centro del mundo” y yo
llego por azar a él. En el medio de una pequeña pileta de poca profundidad, hay
una fuente de agua, con un respaldar semioculto. Cuando me siento ahí, descubro
frente a mi unos hermosísimos bajorrelieves, de belleza casi sobrenatural, que
solo son visibles desde ese punto. Representan dragones, serpientes, santos,
caminos de ascensión y caída, y en algunos puntos tiene engastadas piedras
preciosas. Entonces una descarga de energía sube violentamente por mi cuerpo y
me abofetea la cabeza, intensa y placenteramente.
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Sueño: “ni siquiera todo nos parece demasiado:
es aquí en donde falla el límite”
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Sueño: “Este tiempo caótico y multitudinario
exige de nosotros una inmensa claridad”.
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Sueño: “la paz tiene su guerra…”
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Sueño: "Vas a verter un día los treinta
posibles racimos de rocío..."
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Sueño: Federico García Lorca me explica que no
es lo mismo hablar uno de su experiencia de algo universal, que hablar
simplemente de uno.
***
¿Quién escribe el guión de tus sueños?