Hay
quienes imponen el terror para conjurar el miedo. El miedo ante la
propia vulnerabilidad, ante la propia debilidad, se conjura con la
brutalidad, el control y, a veces, con el exterminio del otro.
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…Era
lo suficientemente fuerte como para no ocultar sus debilidades…
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Lloraba
ante la imagen de su propia debilidad.
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Lo único que tengo para entregar es mi indefensión, mi
vulnerabilidad…
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Acceder
a la intimidad total con otro ser implica exponer los dolores, las
cicatrices y las llagas, y atreverse a eso exije valor.
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Cuando
veo a una persona intelectualmente brillante o a uno de esos
deportistas invencibles, superdotados, me pregunto: ¿dónde está el
secreto? ¿En respuesta de qué tanto desplante y maravilla? ¿Para
potegerse de qué?
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¿Por qué de pronto estas ganas imposibles de llorar?