viernes, noviembre 09, 2012





A veces
abandonándose a una correntada
que emanaba de los árboles
y la tierra
y también de sus células

rompía la soledad

y se descubría en el mismo parque
donde ya no estaba solo sino
con los demás

no aparte sino parte de aquél
prodigioso equilibrio

Pero el deseo
(así fuera el deseo elemental de compartir
 lo que vivía)
lo arrebataba precipitándolo
en la búsqueda de alguien más

y de esa forma caía a
otra soledad
ahora ríspida y amarga

Caminaba ansiosamente
sin dirección
aguardando en una esquina
en un chat      en un email
una señal       un guiño
que lo redimieran de sí mismo

Acariciaba a tientas el teléfono en su bolsillo
preguntándose a quién llamar