Sorprendente la cantidad de imágenes vívidas –de vivencias–, acerca de la naturaleza, alcances y características de aquella guerra que contienen estos diarios. Jünger se pasea por los campos de batalla como un testigo lúcido del desastre –“de la aniquilación”, como gusta decir él–, pero en ningún momento pierde la perspectiva del dolor humano como centro de sus observaciones. En el frente ruso, antes de Stalingrado, avizora con absoluta claridad el desenlace del conflicto. Y desde luego, dentro de los límites de sus posibilidades, pone siempre de manifiesto su rechazo del nazismo. Dudo que una obra de ficción pueda recoger y condensar tal cantidad de experiencias. Y, a diferencia de lo que podría ser una novela testimonial –o peor aún: una obra de exaltación de los héroes o de una causa política o nacional–, aquí los sueños, las visiones y la imaginación, tienen una importancia enorme...
Además de las imágenes sobre el conflicto, las páginas de estos diarios abundan en anotaciones y reflexiones sobre el mundo animal –especialmente los insectos y los pájaros-, vegetal y humano; tampoco escasean las reflexiones sobre el arte y la literatura, sobre los paisajes, sus lecturas y su época. Ciertamente existen también los pasajes oscuros –hay un esoterismo manifiesto en muchas de sus anotaciones–. En cualquier caso, Jünger se aparta de cualquier tópico ideológico o político; es un individuo que en ninguna circunstancia renuncia a su derecho a una mirada personal –y por tanto única–, sobre las situaciones que le han tocado en suerte. Así, el texto es un tejido en el que superponen sus observaciones sobre varios planos o niveles de la realidad.
Sorprende también su ecuanimidad en medio de las circunstancias límite en que le correspondió vivir. Como un hombre que se ha propuesto “cultivar su espíritu”, se concibe a sí mismo como su propio producto, como su propia obra... La densidad y riqueza de su pensamiento –que a veces roza las alturas proféticas–, convierten a estos diarios en una obra que, más que leer de un tirón, conviene frecuentar de tanto en tanto. Para muestra un botón: “Cuestión digna de estudio: las vías por las que la propaganda pasa a convertirse en terrorismo. Precisamente sus comienzos han ofrecido muchas cosas que se olvidarán. El poder camina con patas de gato; astuto y sutil.” (1 de mayo de 1941)
Además de las imágenes sobre el conflicto, las páginas de estos diarios abundan en anotaciones y reflexiones sobre el mundo animal –especialmente los insectos y los pájaros-, vegetal y humano; tampoco escasean las reflexiones sobre el arte y la literatura, sobre los paisajes, sus lecturas y su época. Ciertamente existen también los pasajes oscuros –hay un esoterismo manifiesto en muchas de sus anotaciones–. En cualquier caso, Jünger se aparta de cualquier tópico ideológico o político; es un individuo que en ninguna circunstancia renuncia a su derecho a una mirada personal –y por tanto única–, sobre las situaciones que le han tocado en suerte. Así, el texto es un tejido en el que superponen sus observaciones sobre varios planos o niveles de la realidad.
Sorprende también su ecuanimidad en medio de las circunstancias límite en que le correspondió vivir. Como un hombre que se ha propuesto “cultivar su espíritu”, se concibe a sí mismo como su propio producto, como su propia obra... La densidad y riqueza de su pensamiento –que a veces roza las alturas proféticas–, convierten a estos diarios en una obra que, más que leer de un tirón, conviene frecuentar de tanto en tanto. Para muestra un botón: “Cuestión digna de estudio: las vías por las que la propaganda pasa a convertirse en terrorismo. Precisamente sus comienzos han ofrecido muchas cosas que se olvidarán. El poder camina con patas de gato; astuto y sutil.” (1 de mayo de 1941)